jueves, 30 de agosto de 2012


Tristeza de perderte en los recuerdos.



Y ya, cuando te das cuanta de que de verdad todo ha acabado, de que no hay vuelta atrás, ni un botón para dar al “pause” en el tiempo. Es en ese momento, justo antes del final, en el que quieres recordarlo todo.
Todos los detalles vividos, y aquellos que te quedaste con las ganas de que pasaran.
Y sabes que todo ha sido culpa tuya, tu eres la que decidiste que hacer y que no. El “no me atrevo, que vergüenza”, tiene toda la culpa de que ahora te sientas así.
Tienes ganas de volver atrás en el tiempo y de hacer todo lo que no has echo y que quieres hacer. Pero de pronto una sensación de inestabilidad te recorre el cuerpo, tienes miedo que, sabiendo lo que ahora sabes, tomes las decisiones correctas. Quizá ahora no tendrías los amigos que tienes, quizá jamás los habrías conocido. Porque gracias a las experiencias que has vivido, gracias a los caminos que has tomado, hoy, eres quien eres.
Tienes miedo de perder tu esencia, tus seres queridos y los no tan queridos. Miedo de que tal vez, en el futuro dónde escoges los caminos adecuados, todo sea distinto.
Que no haya conseguido tener a mi lado a las personas más maravillosas del mundo. No estar frente a este ordenador escribiendo estas palabras. Quizá sería un futuro mejor, pero no el que yo quiero. Quiero tener a mi lado esa estantería llena de enciclopedias, estar sentada con las piernas cruzadas sabiendo que tengoque estudiar, sudando la gota gorda porque hace una calor que lo flipas. Deseando que llegue ya el cinco de Septiembre para poder hacer lo que estás haciendo ahora pero sin la preocupación de saber que tienes que estudiar para la recuperación.
Porque, tal vez, y solo tal vez, en ese futuro que pinta tan bien, no habría vivido ni la mitad de experiencias que he vivido en este pasado, y en este presente. Y eso te tiene aterrada. 

La chica de la pulsera rosa.

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